Sobre mí


En Tiempo Voraz

Cristian Arlia Ciommo


Escribo desde los ocho años, pero comencé a hacerlo profesionalmente desde los treinta.

Terminé mi primer cuento en tercer grado y, sin desanimarme por el largo camino que quedaba por recorrer, la obstinada costumbre de darle rienda suelta a las ideas para volcarlas en un papel se apoderó de mí con la grata voluntad de seguir construyendo este pequeño mundo de historias.

Me interesé por la literatura basada en el juego de palabras, las metáforas sobre la vida cotidiana y todo texto con un evidente acercamiento al absurdo desde la banalización de muchos arquetipos consolidados en las posmodernidad.

Estoy convencido de que el mensaje siempre es más importante que el relato y que toda obra debe culminar con un diálogo, a modo de veredicto, en la mente del lector.

Aunque tengo varios escritos inéditos, he publicado solamente dos libros en formato papel. La prisión de las sombras, en 2015, fue el primero de ellos en ver la luz por culpa y mérito de Séverled Ediciones.

Dos años después En Tiempo Voraz acompañaría a su obra predecesora en los anaqueles de la misma editorial.


En Tiempo Voraz

En 2018 firmé contrato con LeemurAPP, la plataforma de Chat Stories de Editorial Planeta; por ello, podría decirse, que mi tercera obra publicada es Si rompes, pagas, microrrelato que simula una conversación de Whatsapp, entre dos o más interlocutores, y que estuvo en línea durante el segundo semestre de ese mismo año.

Como escritor autopublicado creo que los pilares para alcanzar una meta consisten en adquirir formación, lectura, aprendizaje y práctica. Tal vez, por mi experiencia laboral, tuve la ventaja de conocer al detalle cómo se encara la producción de un libro y las distintas etapas por las que debe pasar una obra para ser publicada. Poner el punto final a un relato es solo el principio, porque para que una idea se convierta en libro se necesita tiempo, dinero, paciencia, perseverancia y apenas una pizca de talento.
Pienso en la escritura como una enfermedad crónica que no tiene cura y que se trata escribiendo. El primer síntoma es la anómala distracción de un pensamiento intrusivo que pide pista para ser letra. Sí, escribir es una linda enfermedad que, en vez, arrastrarte la muerte, refleja la vida en todo su esplendor y te permite recorrer mil veces los jardines de tu propia existencia.